El peso de las circunstancias
El contexto económico y social redefine la urgencia ambiental en América Latina
América Latina sigue siendo una región de contrastes. Mientras Chile lidera políticas ambientales y acciones orientadas al reciclaje, grandes centros urbanos, como Bogotá, Ciudad de México y São Paulo, se enfrentan a desafíos relacionados con la eficiencia hídrica, la contaminación y la gestión de residuos.
Estas diferencias estructurales también se reflejan en la forma en que las personas perciben la crisis ambiental. Aunque el debate económico y social ha ganado fuerza en los últimos años, el 47% de la población sigue viendo el cambio climático como una gran amenaza para la humanidad, muy por encima del promedio global del 33%. Brasil, así como algunos países de América Central, presenta una pequeña desviación de este patrón: solo el 27% considera el problema extremadamente grave, reflejo, en parte, de los privilegios ambientales del país.
A pesar de reconocer la gravedad del cambio climático, muchos latinoamericanos afirman que actuar de forma sustentable se está volviendo cada vez más difícil. En 2025, el 36% dice que cuestiones sociales o económicas dificultan este comportamiento, un salto de 5 puntos porcentuales en relación con el año anterior.
Esa tensión aparece de forma aún más clara en el consumo. Mientras que el 33% de los latinoamericanos afirmaba en 2024 molestarse con la cantidad de plástico en las compras, el número saltó al 60% en 2025. La acción efectiva, sin embargo, cayó: la proporción que evita productos plásticos pasó del 36% al 32%, lo que nos lleva nuevamente al punto anterior: la dificultad de actuar de manera sustentable.
Además, crece la percepción de que la responsabilidad por el daño ambiental no es individual, lo que refuerza este escenario complejo. Solo el 30% de los latinoamericanos cree que puede hacer una diferencia, mientras que el 40% coloca esa responsabilidad en manos de la industria.
Estos datos revelan un movimiento de retracción de la acción sustentable frente a contextos desafiantes. A medida que las preocupaciones económicas y sociales ganan prioridad, el tema ambiental tiende a ocupar un tercer plano, aún importante, pero sujeto a oscilaciones según las circunstancias.
El desafío, ahora, es reconectar el discurso de la sustentabilidad con el día a día de las personas, transformando el sentimiento de urgencia en acciones posibles incluso en tiempos de inestabilidad.